Música Clásica Argentina
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Ópera

Juan Bautista Massa

La Magdalena

Ópera bíblica en cuatro actos.  Argumento

LibretoErnersto Trucchi, traducción de Félix Etcheverry.

Estreno: Bs. As., 9-11-1929, Teatro Colón. Director de Orquesta: Franco Paolantonio.  

Intérpretes:

Isabel Marengo
María Nastri
Pedro Mirassou
Iván Serra Lima
Juan Alsina
Jorge Lanskoy

Myriam
Raquel
Flavio
Judas
Natham
Zebedero


Argumento  

Acto I

En una de las salas del palacio de Myriam, se la ve dormida sobre un diván y velando a sus pies está su fiel esclava Raquel. Enterada ésta de la presencia de Flavio, amante de Myriam, sale a su encuentro y le invita a pasar. Flavio viene acompañado de un pastor flautista y una esclava que trae un kinnor hebraico, quienes suavemente preludian en sus instrumentos, esperando el despertar de Myriam; cuando esto sucede se retiran, quedando tan sólo los amantes, declarándose mutuamente su amor.
Raquel recuérdale a Myriam la fiesta que ofrece en su palacio, anunciándole la llegada de algunos invitados. Myriam invita a Flavio a retirarse, prometiéndole reunirse más tarde y se dirige a sus habitaciones. Entra Natham, protector de tan hermosa mujer, acompañado de algunos amigos que elogian el buen gusto, las riquezas y joyas que exhibe en su palacio. Natham, que se jacta de ser el rey del oro, se siente orgulloso de poseer la mejor joya; Myriam, la que vuelve ricamente ataviada para asistir a la fiesta. Una danza de esclavas entretiene a los invitados. Se oye un lejano rumor de voces, algunos invitados se dirigen a los balcones y al enterarse de que proviene del pueblo que sigue a Jesús, comentan en alta voz el paso del Mesías, sus milagros, su fe y no falta quien le tilda de loco. En este momento entra Judas, observa las riquezas que lo rodean, y frente a Myriam queda aborto por su belleza; ella, no advirtiendo la seducción ejercida, le pide su opinión sobre el Maestro.
Las voces – a medida que se acercan – se oyen más claramente, destacándose entre ellas la de Jesús.
Natham, Flavio y Myriam se dirigen al balcón; Myriam siente descender en su alma un hálito puro lleno de verdad. Indiferente, Natham se retira, imitándolo algunos invitados. En vano trata Flavio de alejar a su amada, la que, poseída cada vez más de una influencia extraña, arroja a Jesús una rosa, homenaje de Flavio durante el baile de las esclavas.
Myriam, absorta en la visión de Jesús, no oye a su amante que intenta atraerla a la realidad con frases llenas de amor; y luego, repitiendo inconscientemente las mismas palabras, se abandona en los brazos de Flavio.  

Acto II

En la plaza y mercado de Cafarnaum se ven soldados romanos, vendedores que ofrecen sus mercancías.
Llegan una cantatriz y una bailarina, las que lucen sus habilidades en el círculo que han formado sus espectadores; aparece triste y apesadumbrado el anciano Zebedeo, quien mirando indiferente el grupo formado por los curiosos, se separa ensimismado en sus pensamientos. Las jóvenes, después de recoger unas monedas, se retira, haciendo otro tanto los espectadores. Llegan al lugar Myriam y Raquel, comprendiendo ésta el estado de ánimo de su señora, teme alejarse y con el fin de que consienta en admitir su compañía, le recuerda sus primeros años, su felicidad. Myriam reconoce la solicitud de sus cuidados y consigue quedarse sola, reuniéndose con Zebedeo que, como ella, esperaba el paso de Jesús. Relátale éste como quedó sin los suyos por seguir ellos al Nazareno, aconsejándole Myriam cerrar su casa y proponiéndole buscar juntos a su esposa y a Juan y Jacobo. Pasa un grupo de los discípulos de Jesús entre los que está Judas, quien al ver a Myriam demuestra verdadera alegría por entrever cierta esperanza, no así más tarde cuando se entera por ella misma de la causa de su presencia en ese lugar. No cree Judas en el amor divino que anima a Myriam y se aleja, viendo acercarse a Flavio y a Raquel que vienen con el fin de hacerla desistir de su propósito y seguir al Divino Maestro, consiguiendo tan sólo pa promesa de que la separación será por breve tiempo. El mismo objeto lo trae a Natham, recriminando a Myriam por lo que él llama una locura, haciéndole presente su actitud para con ella y ofreciéndole nuevas riquezas. Rechaza ella indignada sus ofrecimientos y al no verse comprendida aún y dispuesta al sacrificio se despoja de todas sus joyas arrojándolas a los pies de Natham, que se aleja despreciativamente. Myriam despídese de Flavio y de Raquel y se reúne con Zebedeo; Flavio ruega a Raquel que la siga y vele por ella, y Judas, que ha sido espectador de la escena, viendo las joyas en el suelo, las recoge y desaparece.  

Acto III

Una plaza de los alrededores de Jerusalém. Llega Myriam corriendo, tropieza y cae al suelo; al ver esto Judas, que la persigue, da un grito de júbilo por lograr alcanzarla y, acercándose a ella, le declara su amor. Myriam le oye indignada, y como Judas se permite abrazarla, se esfuerza por deshacerse de él. Viendo aparecer a Zebedeo, Judas – que no logra su intento – se retira prometiendo vengarse. Myriam relata al anciano su entrevista con Jesús, el inmenso cansancio del Maestro, cómo llegó a ungir sus lastimados pies con perfumado bálsamo, mitigando su doro; cómo se revelan por su acción algunos de los presentes, tratando de acusarla, y la respuesta de Jesús con palabras de perdón y amor... Flavio, que llega en ese momento, oye las últimas palabras y mientras Zebedeo se retira, recrimina a Myriam, acusándola de haberle engañado fingiéndole amor. Ella, llena de piedad, le ruega que no recuerde su pasado; su alma es ahora pura gracias al milagro del Justo y se abandona en verdadero éxtasis. Flavio la contempla admirado y tratando de reconquistarla le dice que ya nadie tiene fe en Jesús por haber mentido. Empieza a llegar gente del pueblo, algunos muéstranse tristes, otros alegres, conversan en voz baja; por último llega Zebedeo, desesperado, y llorando anuncia la condena del Maestro.
Comienza a oscurecer y amenaza tormenta; se oye algunos “Gloria al Redentor”, y, mientras las tinieblas se hacen más densas aparece en alto un vivo resplandor. Myriam, absorta ante la gran luz, extiende sus brazos en señal de súplica, acto que incita a algunos de ellos a arrodillarse a su alrededor. La tormenta se desencadena con todo su furor; precipitadamente llega el falso judas, y ante la actitud de Myriam y los fieles, mirando temeroso el resplandor desaparece con intención de suicidarse.  

Acto IV

Myriam, a la que se cree enferma, duerme e el interior de una choza. Mientras Raquel prepara sobre un escabel de agua, frutas y flores, llega Flavio, a quien ha hecho llamar creyendo que su presencia podrá salvar a su señora. Al despertar ésta, Raquel se retira y Flavio se esconde. Myriam contempla el despuntar del alba; sale Flavio de su escondite y abrazando a su amada insiste en manifestarle su amor.

Siéntanse sobre una roca y la música de un pastor que pasa revive en ellos momentos ya pasados; Myriam parece dispuesta a seguir al romano, el que insiste en ofrecerle su eterno amor y le recuerda que Aquél por quien ella le dejó, ha muerto. Impresionada por estas palabras, Myriam, separándose repentinamente, afirma la resurrección de Jesús; en este momento aparece una brillante luz, y admirada ante la visión, cae de rodillas. Convencido ya Flavio del amor divino que triunfa en ese espíritu, se hiere y entre los estertores de la muerte consigue besar el vestido de Myriam, quien permanece impasible ante su actitud.

 
 

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Fecha de lanzamiento 1-02-2001
Responsable: Ana María Mondolo