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Ópera

Héctor Panizza  

Aurora

Ópera en tres actos.  Argumento

LibretoHéctor Quesada y Luis Illica

Estreno: Bs. As., 5-09-1908, Teatro Colón, siendo la primera ópera estrenada en dicho teatro, en su primera temporada. Director de Orquesta: Héctor Panizza.

 

Intérpretes:

María Farnetti
Amadeo Bassi
José La Puma
César  Spadoni
Francisco Nicoletti
Titta Ruffo
M. Medori
Esperanza Clasenti

Aurora
Mariano
Raymundo
Bonifacio
Don Lucas
Don Ignacio
Lavin
Chiquita

 

Argumento

Acto I

El aula donde ha sido instalada la biblioteca, en la iglesia y convento de la Compañía de Jesús, en Córdoba. 

Los novicios y seminaristas arreglan los libros en la biblioteca, amenizando su tarea con alegres bromas que suspenden al notar la presencia del monitor encargado de vigilar el trabajo. Entre los novicios que realizan la tarea se encuentra Mariano y Raymundo. Un sacerdote entra con una canasta de flores para colocarlas en el altar de la virgen. Cuando éste se retira, los novicios cerciorados de que nadie los vigila, buscan en la canasta un mensaje con noticias de Buenos Aires. Mariano encuentra una flor que oculta un pedacito de papel, y con intensa emoción lee lo siguiente: “Jóvenes: Saludad a la aurora que surge en el cielo de la patria. La lucha por la Independencia principia hoy 25 de mayo; hoy comienza la patria”.

Raymundo descubre un segundo mensaje que dice en su envoltura “que lo abra quien tenga corazón, y no el servil”. Mariano lo abre sin vacilar y lee: “¿Córdoba únicamente ha de ver agitarse contra la patria el estandarte de la reacción? No: Córdoba no ha de ser vil Muerte a Liniers y a Ignacio de la Puente. Jóvenes, vuestro convento domina la plaza. Liniers ha escondido allí armas y municiones. Abrid esta noche el convento al pueblo y entregadle las armas, o todo se habrá perdido”.

Ante este mensaje todos quedan perplejos. Mariano reacciona y los decide a seguir la causa de su patria, y para el mejor éxito de su empresa, los novicios invocan la protección de la Virgen de los Dolores. La oración es interrumpida por el sonido de los clarines.

El gobierno tiene sospechas del movimiento y se previene: las autoridades penetran en la iglesia, mientras el obispo invoca la protección divina.

Raymundo entra y explica a Mariano que don Ignacio de la Puente, jefe del ejército realista, ha convocado al pueblo para reunirse en la iglesia y exigirles defender la causa del rey.

Don Lucas, patriota ferviente y audaz, dirige la palabra a la muchedumbre y arengando al pueblo consigue que éste se declare partidario de la independencia.

Los jefes realistas escuchan asombrados el clamor y algarabía de los patriotas, y ante inesperado pronunciamiento resuelven transformar el convento en fortaleza, no ocultando su satisfacción, dado que se dispone allí de armas suficientes para dominar la rebelión. Dan algunas órdenes y se retiran para disponer la defensa.

Mariano ha quedado impresionado por la belleza de Aurora, la hermosa joven que acompañaba a don Ignacio, sabe que no ha sido indiferente y piensa que siendo la hija del jefe español, le crea terribles dificultades, una lucha interior atormenta su alma, si cede al amor, traiciona a su patria; el dilema es terrible, pero sus vacilaciones son interrumpidas por los patriotas que llegan en procura de armas, mientras el nuevo día es anunciado por las campanas del convento.  

Acto II

En la residencia de Don Ignacio de la Puente. A pesar de los sucesos y lejos de suponer la gravedad de los mismos, aurora y su amiga Chiquita se entregan a sus tareas habituales. Una delegación del pueblo solicita parlamentar con don Ignacio; al frente de la comisión penetra Don Lucas. Mariano y Raymundo figuran entre los patriotas que piden la rendición de las fuerzas realistas.

El jefe español se niega terminantemente, y ante la insistencia de Mariano expresa que sabrán su respuesta al despuntar la aurora.

Retirados los emisarios, don Ignacio dispone se extremen las medidas de precaución, mientras entra su hija Aurora comentando las frases de Mariano, a fin de que don Ignacio evite las consecuencias de la lucha.

Aparece Chiquita, la traviesa joven, que ha hecho entrar sigilosamente a Mariano, quien ha cambiado su hábito de seminarista por el traje de ciudadano. El joven refiere a Aurora los hechos ocurridos y sus ideales de libertad, por los que ha de sacrificar hasta los anhelos más íntimos de su corazón.  

Acto III

En la estancia de Córdoba. Anochece. Don Ignacio recibe las noticias que llegan sobre la revolución: Lavin, el emisario real que ha conseguido huir de “Cabeza de Tigre”, le informa que Liniers ha sido fusilado. La creciente gravedad de los sucesos obliga a don Ignacio a pensar en la seguridad de su hija y resuelve entonces dejarla en un convento, donde estará a cubierto de los inconvenientes de la revolución.

Se oye de pronto el sonido de un clarín y un choque de armas. Ha sido tomado un espía, que don Ignacio ordena sea llevado a su presencia.

Entra el prisionero conducido por varios soldados. Aurora lo reconoce inmediatamente: es Mariano, y no puede evitar una exclamación de asombro que escucha don Ignacio, comprendiendo que alguna relación existe entre su hija y el prisionero. Mariano niega las imputaciones que le hacen y declara ser un campesino que ignora los sucesos ocurridos. Don Ignacio dispone que sea llevado a una celda y quedando solo con Aurora, medita sobre la posibilidad de que el detenido sea amante de su hija.

Entra Lavin e informa a su jefe que conoce al prisionero, y explica la activa intervención que éste ha tenido en la rebelión.

El jefe español resuelve entonces someter al detenido a un consejo de guerra que debe juzgarlo inmediatamente.

El tribunal militar se reúne y después de escuchar rápidamente al inculpado, pronuncia su sentencia, condenándolo a muerte por espía y traidor.

Enterada Chiquita de que Mariano será fusilado al amanecer y conociendo perfectamente los sentimientos de Aurora, consigue burlar la vigilancia del oficial de guardia y procura una entrevista a su amiga con Mariano. Los jóvenes amantes se expresan la intensidad de su cariño y lamentan que el destino los separe, cuando son interrumpidos por la activa y audaz Chiquita, que les ha preparado la fuga.

Ambos aprovechan sin vacilar la feliz circunstancia que se les presenta y salen dispuestos a obtener la libertad... De pronto se escuchan los gritos de “a las armas” y varias detonaciones.

Los fugitivos han sido sorprendidos. Vuelve Mariano trayendo en sus brazos el cuerpo inanimado de la infortunada joven, que en la obscuridad ha sido herida por un centinela.

Al eco de los disparos acuden rápidamente don Ignacio y varios oficiales; Aurora en el suelo, viendo alborear el día, exclama: “Mirad, es la aurora. Dios la escribe en el cielo con el sol y en la tierra con mi sangre”, y expira mientras amanece. Y se eleva radiante el de la libertad en América.

 

 
 

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Fecha de lanzamiento 1-02-2001
Responsable: Ana María Mondolo