Música Clásica Argentina
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JUAN BAUTISTA ALBERDI
por Ana María Mondolo

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Juan Bautista Alberdi    
(Tucumán, 29-08-1810;     
Neuilly-sur-Seine [Francia], 18-06-1884)   

Juan Bautista Alberdi
 

Recordado por la labor que desarrolló en el ámbito político, ya que con su acción cambió el rumbo de la historia argentina, el autor de las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852) mereció también un lugar entre los Precursores de la música nacional. Del mismo modo que Amancio Alcorta y Juan Pedro Esnaola, Alberdi fue un hombre con una preparación integral que descolló en diversos ámbitos de la cultura.
Filósofo, jurista, diplomático, poeta, compositor y crítico de arte, inició sus estudios en una escuela fundada por Belgrano en su ciudad natal. En 1824 ingresó al Colegio de Ciencias Morales de Buenos Aires. Pero su vocación musical, unida al desagrado que le provocó la férrea disciplina impuesta en dicha escuela, lo motivó a abandonar las aulas. Sólo por espacio de tres meses llegó a usar su frac, pantalón y chaleco de paño negro, pañuelo blanco y sombrero redondo, atuendo reglamentario de la institución educativa que lo había becado como pupilo. Se alegó enfermedad y falta de vocación para el estudio. Sin embargo el Rector Dr. Miguel de Belgrano no creyó

“fuera de lugar que la violencia de que experimenta le cause las enfermedades de que se habla, aunque yo no se las he notado: mas vista su repugnancia no interrumpida, o más bien su obstinación en no aplicarse que a la música, cosa que no es posible enseñarse aquí exclusivamente, y que en la inacción en que se encuentra por precisa consecuencia de aquella, se sigue además de los infructuosos gastos que origina su permanencia, ejemplos harto perniciosos a la juventud, llegó a persuadirme que este establecimiento reportará ventajas inequívocas, si V. E. se digna conceder el permiso que solicita” (Gesualdo, Vicente: Historia de la Música en la Argentina. Bs. As., Beta, 1961).

Juan Bautista Alberdi había nacido en un ambiente especial. Como era huérfano de madre, ya que Josefa Aráoz murió al darlo a luz, tuvo que criarse junto a su padre, Salvador Alberdi, comerciante vasco que se radicó en Tucumán. Eran tiempos difíciles en los cuales esta parte del orbe se debatía en gestas revolucionarias orientadas hacia la organización de la República. Salvador Alberdi no escapó a esta realidad y, a pesar de su condición de inmigrante, entendió que debía sumarse a la causa de la nación en la que le tocaba habitar. Esta imagen tan comprometida con los acontecimientos de la época legada por su padre, seguramente llevó a Juan Bautista Alberdi a retomar los estudios en el mismo Colegio de Ciencias Morales. Para ello contó con el apoyo de Felipe Heredia, diputado del Congreso Nacional de 1826 que además de protegerlo le impartía lecciones de latín y música.
Poco se sabe sobre la formación musical de Alberdi. Algunos sostienen que había sido alumno de José María Cambeses. Sólo resulta seguro que sus condiciones innatas para esta disciplina artística le permitieron ejercerla desde diferentes especialidades.
Crítico sagaz, volcó a partir de 1832 en las páginas de la prensa porteña su juicio sobre la actividad musical que se llevaba a cabo en Buenos Aires. En La Gaceta Mercantil usó el seudónimo de “un espectador” (1832). En La Moda, gacetín semanal de música que fundara en 1837, escribió bajo el nombre de “Figarillo”.

Juan Bautista Alberdi: La Moda

En ese mismo año de 1832 se consagró a la edición de dos tratados sobre la materia: uno de estética, El espíritu de la música a la capacidad de todo el mundo; el otro de tipo teórico - práctico, Ensayo sobre un método nuevo para aprender a tocar el piano con la mayor facilidad. El segundo resultó seleccionado por Sarmiento como texto básico del Colegio de Santa Rosa para señoritas, fundado por este último en 1839.
En el terreno de la creación, también el año de 1832 fue por demás fecundo. Pero La Minerva, vals  incluido en su Ensayo..., sólo ejemplifica el inicio de una trayectoria casi ignorada por nosotros.
De la producción compositiva de Alberdi se conservan un puñado de canciones y piezas de salón que guardan las características propias de la época. Era música para el esparcimiento, ya sea en espectáculos callejeros (Canción para la comparsa de Momo escrita expresamente para el carnaval de 1835) como para la tertulia (Figarillo, minué  de 1837). De todos modos Alberdi, al igual que sus contemporáneos, había cultivado este arte como un “adorno” o “entretenimiento”  y no como carrera.

 
 

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Fecha de lanzamiento 1-02-2001
Responsable: Ana María Mondolo