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Arte y Tecnología

Ana María Mondolo

Magister en Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educaciónle (Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad de Alicante y Universidad Carlos III de Madrid, España)

La Multimedia como Disparador Creativo en las Artes

Por Diana Fernántez Calvo

Resumen
En este artículo, la autora plantea los diferentes enfoques que tiene el término multimedia. El análisis parte de la concepción del espectáculo artístico integrado en sus orígenes históricos hasta su concreción en la tecnología más avanzada. Analizando la problemática de la creatividad, reflexiona de qué manera la diversidad de resoluciones posibles  funcionan como disparadores creativos en la formación artística

Summary
In this article, the author states diferent focus of term multimedia. The analysis starts from the idea of the integrated artistical performance up to its concretion in the most advanced technology. Analysing the problem of creativity, she mediates how the different posible solutions work as creative triggers in artistical education.

Una mirada histórica
Qué se entiende por creatividad.
La historia de la creatividad no puede disociarse de la historia del hombre, su cultura y su tiempo. Las obras de arte son un producto individual y una respuesta estética a un determinado tiempo, una sociedad y una necesidad expresiva.
Si alguna vez nos preguntamos qué se entiende por creatividad, habremos tenido acceso a una variada gama de apreciaciones que van desde la romántica inspiración de las musas hasta las visiones más mundanas.
Sammy Kahn (autor de canciones populares) decía al respecto: “Cuando la gente me pregunta qué viene primero, si la música o la letra, les digo que lo primero es la llamada telefónica”. A esta postura concreta y materialista se han asociado numerosos escritores, músicos y pintores. Es el concepto del oficio y del trabajo diario, ordenado y metódico.
Esto se opone a la visión del artista que bajo la inspiración de un momento convierte el acto creativo en algo  misterioso, inconsciente, irracional y, por lo tanto, único e irrepetible.
Si bien muchos se han planteado una fusión entre ambos polos, cada artista ha transmitido sus propias respuestas.
Max Ernst, por ejemplo, afirmaba que no ejercía ningún control sobre su trabajo, mientras que Edgard Allan Poe definía al trabajo creativo como un planeamiento consciente y una toma  de decisión racional.
Esta polarización del momento creativo ha fascinado a través de los tiempos a filósofos, psicólogos y a los mismos artistas, y la respuesta obtenida como válida ha incidido  muy concretamente en el enfoque de la necesaria formación profesional que requiere un futuro creador.
La investigación del proceso por especialistas ha llevado a desarrollar distintas teorías. Wallas (1926) habla de cuatro etapas: la preparación (etapa consciente de recopilación de información), la incubación (etapa en donde predominan los procesos inconscientes y donde cobran importancia condicionamientos o estímulos del exterior), la iluminación (definición de una solución creativa específica) y la verificación (elaboración o formalización de la solución, que es refinada y adaptada para responder a fines prácticos).
Esta teoría fue corroborada por Patrick (1935, 1937, 1955), quien investigó la escritura de un poema, la pintura de un cuadro y la resolución de un problema científico. A un grupo de poetas, pintores, científicos y no especialistas se les dio estímulos tales como un poema de Milton y la actividad con la que respondieron a esos estímulos fue observada y registrada de varias maneras. Los resultados fueron interpretados como sustentando la  existencia de las etapas, incluyendo alguna prueba tentativa sobre la incubación, en cuanto a que las ideas que se presentaron mucho tiempo atrás fueron olvidadas y más tarde retornaron. [1]
Hasta aquí algunas características del  proceso creativo desde la mirada del artista. A esto debemos sumar la tecnología disponible en el momento de alumbrarse la obra y las corrientes estéticas de su época.

Arte y tecnología
El hombre ha buscado su expresión desde el origen de los tiempos, primero a través del cuerpo y de la voz; luego, extendiendo su mirada a los elementos naturales en una búsqueda que podemos llamar  "tecnológica". 
La sangre de un animal usada como pintura, las resinas vegetales para formar tinturas y tejidos, las piedras para elevar esculturas y los troncos usados como tambores, son intentos de extender el impulso creativo interno hacia caminos más sofisticados de expresión. Es ésta una constante en el género humano, la búsqueda de nuevas tecnologías. 
Una mirada histórica nos permite comprobarlo, a estos primeros descubrimientos les siguieron: el mármol en la escultura, el óleo o la acuarela en la pintura, la maquinaria y los diversos materiales en la escenografía, el lenguaje y sus características en el texto, los instrumentos o las diferentes técnicas vocales en la música. Hablamos aquí de un impulso creativo que lleva a una elección y determina un proceso a seguir. 
El hombre ha escogido la tecnología de su entorno, de su historia, y ha influido en la creación de nuevas tecnologías que permitieran plasmar nuevas inquietudes estéticas.

La unión de las artes
Desde los orígenes de la civilización, las diferentes manifestaciones artísticas siguieron caminos que a veces fueron divergentes, pero que en otras ocasiones se fusionaron en un solo espíritu. 
En la esencia de la más simple y antigua forma del drama helénico se halla implícito el hecho de que, al llegar al máximo la intensidad del sentimiento y de la emoción, éstos se expresen a través de  música y  movimiento. La música y la danza son capaces de continuar expresando las emociones cuando el alma hondamente agitada del hombre sólo atina a emitir gritos inarticulados. [2] 
El Renacimiento resucitó este ideal clásico, agregando las nuevas técnicas y exploraciones del espacio y los  nuevos elementos de concepción escénica y de vestuario. Este ideal debió esperar la luz  de la atmósfera barroca para encarnarse en un nuevo género. La ilimitada admiración por las artes y las letras (reales y ficticias) de la antigüedad produjo la asociación de eruditos y artistas que fundaron la Camerata Florentina, cuna de la ópera. 
La tragedia clásica surgió de los ritos a Dionisios y el drama en Italia de las canciones de los laudesi,  impregnando el espectáculo de las raíces populares de este género. La Florencia del 1600, amante del arte, dotó a estas representaciones de una gran magnificencia artística. Pero la combinación de la música y el drama lleva a cuestas un problema eterno, cuya solución, más o menos feliz, ha intrigado a todos los compositores, desde Monteverdi hasta nuestros días. Dramaturgos, cantantes, actores, compositores, escenógrafos y filósofos han intentado hallar el término justo para la asociación de estas disciplinas que se ven acompañadas en la aventura por otras expresiones artísticas. 
La fusión de las artes soñada retoma su camino en 1762 con el Orfeo de Gluck. Bajo el lema de "Retornemos al 1600" produce una reforma importante en la búsqueda del lenguaje poético y la sinceridad dramática. Propone la sumisión de la música a la poesía y al drama comparándolas en su relación con el color que no cambia con su potencia la forma propuesta  por el dibujo previo. Este equilibrio propuesto cuestiona la invasión de la música en la acción a través de despliegues vocales o instrumentales. Subraya la importancia de la obertura como anticipo de la acción dramática y de la orquestación en servicio de la pasión de las palabras.
Con él se inicia una línea de reformas en pos de este ideal de unión que pasando por Mozart  y Weber llegará a Wagner.
En 1849, las reflexiones de Wagner en el exilio, le permiten vislumbar un nuevo concepto de unión de las artes: "He pasado de la conciencia a la inconsciencia...la nueva forma de la música dramática, para ser una obra de arte, debe presentar la unidad de un movimiento sinfónico. Esto  se obtiene sólo cuando la nueva forma penetra e impregna todo el drama y no sólo unos cuantos trozos escogidos por él. La acción dramática proporciona las reglas para su unión y separación y tiene  su origen en los movimientos de la danza"  [3]. Esto sería el germen de una nueva visión de la unión del drama con la música, la danza y las artes plásticas, que se haría realidad en Bayreuth en 1876 con la representación completa de la Tetralogía.
La obra de Wagner fue generadora de dos respuestas diferentes al problema.
Richard Strauss absorbió el arsenal wagneriano explorando al máximo las nuevas técnicas y plasmando su estética en Salomé (1903-1905) y Electra (1906-1908). 
Shoemberg, desde otro ángulo, conectó al Wagner del último período con el siglo XX a través de sus Gurrelieder. Su concepción estética del drama está influenciada por su actividad como pintor dentro de la escuela expresionista fundada por su amigo Kandinsky.
Alban Berg, amigo y discípulo de Schoemberg, plasmó esta herencia en el drama musical Wozzeck . En esta obra llega a la máxima expresión del sentimiento y el buceo introspectivo del personaje a través de un proceso dramático de negación y aniquilación llevado a sus últimas consecuencias. 

La nueva puesta en escena
Atravesando los siglos, las respuestas estéticas a esta conjunción, confluyeron en nuevos formatos y nuevas tecnologías que permitían, con distintos niveles de éxito, esta fusión.
La evolución de la escena, comprendida como lo que se ve (lo que no está escondido), acontece como contrapunto entre los canales del mensaje: la acción en vivo y el celuloide, y tiene alguna similitud con lo que acontecía entre el teatro de tradición oral y el texto. Un film se parece a un texto: la imagen está “escrita” sobre el celuloide (tal como la música concreta fue concebida  para ser grabada). Esta disponibilidad de la imagen, texto y música, en una especie de libro que nos leen, es el hecho distintivo del siglo XX. Esta situación tecnológica determina una relación de cada persona con el tiempo. [4] 
El tema del tiempo opera  de una manera nueva en la era electrónica y esto a su vez influye en las percepciones y las apreciaciones de los espectadores. Esta nueva concepción originada en la imagen y el sonido capturables y modificables originan una lectura no-lineal de la narración. Una puesta en escena actual, concebida con un criterio multimedia, contiene al cine y a la sonorización libre. La escenografía tradicional puede ser una instalación en perpetuo cambio y la iluminación se convierte en un verdadero lenguaje que actúa sobre un espacio ampliado que incluye la escena y el público. Fronteras que se desdibujan mediante la intromisión recíproca, la danza y la acrobacia, y todas las habilidades tecnológicas del siglo pueden ser convocadas y exhibidas en un solo espectáculo. 
"En la apertura estética contemporánea se convalidan técnicas como se reivindican estilos, instrumentos, géneros, mensajes creadores. Todo en esta época posmoderna que busca, en la flexibilidad y en la comprensión de las diferencias y sus valores intrínsecos, un reservorio multicultural para la educación de las generaciones jóvenes. Se trata de eliminar el rechazo por la ignorancia o por el miedo a lo desconocido.” [5]
La incidencia de estas herramientas puestas al servicio de la educación y del actual concepto de “creación” como actividad no sólo ligada a las tradicionales disciplinas  artísticas sino al mundo de la producción, de la integración audiovisual y de la operación multimedia, es notable. 
Dentro del campo de la música, la manipulación del sonido a través del proceso electroacústico, de la interacción de los hiperinstrumentos, de la modificación y manipulación de los sonidos del entorno y de los instrumentos acústicos, amplía criterios de pluralidad estética y ayuda a comprender las diferencias culturales.
En la danza, un bailarín suma a  su técnica ancestral los elementos electrónicos amplificando y ramificando su acción. Crea, así, un mundo paralelo en otros campos sensoriales, actuando en coordenadas espaciales, en suelos cambiantes y receptivos, que les permiten “decir” simultáneamente, con su expresión corporal, una meta-danza de imágenes, luces y sonidos. El actor puede nutrirse del lenguaje no verbal de otras culturas desafiando su saber técnico y al mismo tiempo se mueve en un espacio escénico, construido por el iluminador y el escenógrafo, para ser habitado y sentido como una inmersión. 
La realidad virtual se propaga como tecnología al servicio de la escenografía. 

Nuevas tecnologías
La multimedia como integración del hardware y el software
Los cambios en las últimas décadas en el avance de las telecomunicaciones, la integración de los medios, los dispositivos y los sistemas llamados "multimedia", las técnicas de realidad virtual y representación tridimensional, han aportado todos ellos a la sociedad una nueva visión del entorno, una nueva forma de entenderla realidad y, sobre todo, una vía de participación activa en procesos en los que antes era muy difícil tomar parte.
El  desencadenante de este proceso es provocado por el desarrollo de los sistemas que permiten convertir cualquier tipo de información (sonido, texto o imagen) en un lenguaje común matemático binario y por lo tanto unificar la integración de diferentes formatos para poder digitalizarlos y procesarlos.
Esta revolución tecnológica nacida en el siglo XX aporta un nuevo camino de creación y formación artística a explorar en  el siglo XXI .
Los nuevos criterios de procesamiento digital modifican el panorama creativo abriendo nuevos espacios y facilitando nuevas tecnologías propias y fácilmente integradoras. Aparece así el concepto multimedial que engloba la integración de  los medios, la interactividad y la digitalización de los mismos, a través del hardware y el software de una computadora y de los periféricos operables a través de ella.
La radio, la televisión, el cine, la escritura, la música, la plástica y las telecomunicaciones se integran en un mismo medio ampliando el elenco de posibilidades puestas al servicio de la creación y la producción. El nacimiento del CD-ROM y del DVD como soportes de almacenamiento de datos ha permitido el nacimiento de los libros y obras multimedia y, por lo tanto, el nacimiento de medios interactivos.
Los medios de comunicación comenzaron un proceso de transformación. Las compañías telefónicas, de cable-visión y las productoras de cine planearon fusiones con el objetivo de acercar los servicios multimedia interactivos al usuario común.
La interactividad de estos medios abre de esta manera un panorama diferente a la inserción de la computadora en el aula, permitiendo instrumentar el perfil de un aula taller  en donde el alumno crea y recrea a través de estas nuevas herramientas.
El resultado de estas posibilidades multimediales es un desafío planteado a cada uno de nosotros y una nueva herramienta disponible para la formación artística y para la creación. No hay duda que este proceso histórico aún se está escribiendo y se modifica día a día pero, más que ninguna otra revolución tecnológica del pasado, nos exige protagonismo e invención.
Según decía Pierre Henry  “Todo lo que sé, todo lo que veo, todo lo que escucho, yo lo elijo y lo estructuro como un “tiempo” de sonidos. Tramo que será un lazo entre el pasado y el futuro. De estas trayectorias yo hago música”.

Síntesis y reflexiones
Este trayecto nuevo a construir preocupa a los artistas y formadores en arte, sucediéndose las propuestas fruto de intercambios nacionales e internacionales.
En 1994, se realizó en Madrid el Congreso “Música y Sociedad en los años 90”, y, en la Mesa “Música, cultura y sociedad en la década de los 90", se discutió sobre el  futuro de la Educación artística y el devenir de las artes en el siglo XXI . José Antonio Robles Cahero utilizó la imagen de la musa Euterpe para traer un problema: al finalizar el siglo XX, la musa Euterpe se contempla en el espejo y se da cuenta de que no puede distinguir su imagen con nitidez. Decide entonces hacer algo para recuperar su imagen otrora clara y definida. La musa se hace ciertas preguntas sobre su pasado, su presente y su futuro: "¿Qué han hecho de mí los músicos, mis protegidos, durante el siglo XX?, ¿quién soy a fines de este siglo, en qué me he convertido?, ¿hacia dónde iré en el siglo XXI?...  Estas preguntas la conducen a la introspección como único método para resolver el enigma secular. Al discurrir acerca de su vida, la musa se enfrenta con ciertos problemas que agobian su arte: la excesiva especialización de los músicos, la extrema proliferación y separación de los géneros y los estilos musicales, la intolerancia musical, la incomunicación de los músicos entre sí y con su público, la creciente hibridez de las músicas de todo el mundo, la incapacidad de los críticos, teóricos y musicólogos para entender y resolver los misterios del arte sonoro, el control mercantil de la música por compañías internacionales, la manipulación musical de los medios de comunicación, la interignorancia musical de las culturas de todo el mundo. La conclusión de la Mesa de discusión adelanta el pensamiento de los artistas presentes como respuesta al planteo de fin de siglo de esta musa griega: Euterpe les dice a sus hijos, los músicos, que deben reunirse con otros artistas, filósofos, científicos, si realmente quieren llegar a develar sus misterios, a comprenderla en toda su profundidad. La única salvación de Euterpe se encuentra en el poder del coloquio de las musas. Solamente mediante esa vía podrán los hombres crear un proyecto para enfrentar los retos musicales y culturales que surgirán al entrar al siglo XXI y al tercer milenio.
Años más tarde, encontramos similares conclusiones en otro encuentro.  En agosto de 1997, se realizó en Amsterdam el “Project Music for the Third Millenium", allí pudo observarse que los temas que estaban preocupando a los diversos profesionales de la música y de las artes escénicas, en las áreas geográficas allí representadas, tenían relación fundamental con los grandes cambios ocurridos en la educación en los treinta últimos años, y con el actual concepto de creación. Los diferentes planteos apuntaban a la idea de que el tercer milenio podrá verse como una época de consolidación de especialidades históricas donde la creación se defina como re-creación. Este milenio era visto como una época de procesos de integración de un mundo hasta ahora disociado, en un entorno que apelará a todos los sentidos y a todo tipo de percepción unitaria.
Las reformas educativas que se están desarrollando en prácticamente todas partes del mundo, acentúan especialmente los enfoques interdisciplinarios como caracterización de los procesos de formación de las nuevas generaciones. El objetivo es la interconexión de saberes en redes comprensivas que estimulen la integración, la correlación, la transferencia, la deducción y el verdadero aprendizaje de los hechos. Esto permite estimular la construcción de los conceptos en representaciones mentales dinámicas, ágiles y  creativas, que faciliten un crecimiento intelectual posterior y constante. 
Este mismo criterio puede aplicarse, en el área artística y creativa, a los lenguajes  integrados. 
Hasta aquí se ha podido desarrollar muy sucintamente una mirada histórica a las distintas estéticas que contemplaron y soñaron con las artes integradas. 
Como se dijo antes, la tecnología que utiliza el  artista es la que produce su cultura. Hoy los cambios, aunque parezcan imperceptibles, forman parte de nuestra vida y los vamos incorporando por distintos motivos. Permiten ahorrar tiempo, acercan información que antes resultaba inaccesible, permiten enfrentar actividades antes no posibles, pero sobre todo constituyen una nueva plataforma para el desarrollo de la creatividad y la imaginación.
Estos conocimientos son parte de una realidad de este siglo y, por lo tanto, una exigencia de inserción en el mundo creativo que nos toca vivir. 
El docente no puede ignorarlos porque tiene que transmitirlos, dado que hoy forman parte de los contenidos de las materias artísticas. Temas tales como: los formatos y géneros en el siglo XX y XXI ( prensa, publicidad, televisión, radio, cine, video, producciones digitales, redes, multimedios e hipermedios), la diversidad cultural, la industria y el consumo, las nuevas formas de preservación del patrimonio cultural y universal, el texto como imagen  y la imagen como texto, los lenguajes audiovisuales, la integración sonido, palabra e imagen en movimiento, la animación y la imagen electrónica, la imagen en 3D y la realidad virtual, el arte informático, el mensaje y su estructura en el libro y la enciclopedia electrónica, el lenguaje digital, los códigos de diseño de páginas Web, de  Multimedia y de software didáctico: interactividad y almacenamiento, son sólo algunos de los desafíos que nos plantean estos cambios.
Todos estos aspectos se relacionan y se comunican entre sí gracias a las nuevas tecnologías; por lo tanto, los proyectos de aula pueden ser disparados desde cualquier lenguaje o área de estudio y abarcar los conocimientos de cada disciplina en un nuevo formato creativo multimedial.
La estructura de proyectos y talleres que involucran lo interdisciplinario (tan necesarios en el EGB III y el Polimodal)  y  la interrelación entre bloques de contenidos son fácilmente implementados y enriquecidos por lo tecnológico, pues permite que la citada transversalidad se aplique en todas las áreas de una manera creativa y personal. 
El proyecto tecnológico tiene el siguiente rasgo positivo: existe en todas las ramas de la tecnología así como en otras profesiones. Tiene núcleos conceptuales, etapas, procedimientos y herramientas propios. Es ejemplificable y practicable desde temprana edad y constituye un vehículo instrumental para presentar la problemática de la tecnología en la realidad, áreas de demanda, áreas de conocimiento. 
Por otra parte,  hoy se nos pide una actualización constante y un enseñar a “aprender a aprender”,  lo que implica una apertura permanente a la información, un espíritu abierto a la investigación y creación y, lo que es aún más importante, un procesamiento constante de todo lo que recibimos con espíritu crítico y constructivo.
El uso consciente y creativo (y, por lo tanto, especulativo en lo intelectual-artístico-didáctico), a cargo de docentes especializados, hará bajar hasta el alumnado de la formación básica una vivencia crítica de lo utilizado por estos medios.  En la medida en que se manejan los trucos tecnológicos, se puede separar lo  “impactante” de lo estéticamente bueno; o sea, evaluar la verdadera riqueza del proceso original creativo. 
Así como el sueño de la Florencia, del 1600, funcionó como un disparador creativo de una nueva forma de unificación de las artes, será interesante esperar el resultado de la utilización de la multimedia como disparador creativo en la enseñanza de las artes.


[1] Hargreaves, David J. Música y desarrollo psicológico.  España, Editorial Grao, 1998.

[2] Lang, Paul Henry. La Grecia Antigua.  Buenos Aires, EUDEBA, 1963.

[3] Wagner, Richard. Escritos y Confesiones. Barcelona, Ed. Labor, 1975.

[4] Brncic, G. Educación, creación y puesta en escena, ponencia en el Project Music for the Third Millennium, 1997

[5] Frega, Ana Lucía. Art. Nuevas tecnologías en la Educación Musical. España, Revista Eufonía, 1996.

 

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Fecha de lanzamiento 1-02-2001
Responsable: Ana María Mondolo